Aún no ha nacido y ya recuerda el mar,
aún no tiene párpados y ya conoce el escozor del asombro,
aún es posible que no nazca y ya pregunta su origen,
aún se debate entre las algas y ya asegura haber
atravesado el desierto,
y ya pretende corregir itinerarios,
y se impacienta cuando la lluvia tarda,
y me anuncia que se irá de mí para siempre,
y escribe en su diario “ya es hora de volver”.
Aún no ha dicho adiós y ya tiene nostalgia,
aún no hace daño y ya aprende a orientarse en el
interior de un cuerpo
y ya sabe que bajo la piel no duerme nada nunca.
Aún no me ha visto mirarlo y ya asocia mi imagen a la muerte,
y ya lo veo morir de olvidadizo y luego torturado y
después de escéptico ante el Apocalipsis,
y ya lo veo de nuevo por nacer,
gota de agua harinosa en un océano de levadura.
Aún no y ya sí, pero entre nunca y siempre.
Pedro Prudencio