domingo, 26 de junio de 2011

El hombre de Bogotá

Erik Johansson
La policía y el servicio de emergencia no la conmueven lo más mínimo. La voz del esposo suplicante no produce el efecto esperado. La mujer sigue en la cornisa..., aunque amenaza que no será por mucho tiempo.
Me imagino que me toca a mí persuadirla de que no se tire. Veo la situación y sucede así:
Le cuento la historia de un hombre de Bogotá. Era un hombre rico, un industrial al que secuestraron para pedir un rascarte. No era un drama televisivo; su mujer no podía llamar al banco y obtener un millón de dólares de la noche a la mañana. Le llevó meses reunir esa cantidad. El hombre tenía una afección cardiaca, y los secuestradores tenían que mantenerlo con vida.
Escuche esto, le digo a la mujer de la cornisa. Sus captores le obligaron a dejar de fumar, le cambiaron la dieta y le obligaron a hacer gimnasia todos los días. Lo tuvieron así tres meses.
Cuando se pagó el rescate y liberaron al hombre, su médico le hizo un chequeo. Comprobó que su estado de salud era excelente. Le digo a la mujer lo que entonces dijo aquel médico: que el secuestro era lo mejor que le podía haber pasado.
Quizá no sea la historia adecuada para que alguien decida bajar de una cornisa. Pero la cuento con la intención de que la mujer que está subida en la cornisa se haga una pregunta, la pregunta que se le pasó por la cabeza a aquel hombre de Bogotá. Se preguntó cómo sabemos que lo que nos está sucediendo no es bueno.
                                                                                                                     Amy Hempel

Buena lectura para el verano. Sus cuentos completos en Seix Barral, mala traducción, pero es lo que hay. En bibliotecas se puede encontrar el libro que editó Tusquets en el 89 o 90, Razones para vivir. Un buen aperitivo para ir acercándose a esta tremenda escritora.

2 comentarios:

  1. Me he puesto al día en tu blog. De todas las interesantes "cosinas de domingo" que leo es difícil quedarse con una, pero reconozco que esta entrada del hombre de Bogotá con su foto y el texto de Amy Hempel producen verdadero vértigo. Besos. MJ

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  2. Pues yo aún no me he puesto al día en tu blog, como no estoy al día de casi nada en la vida, cosa que ya no sé si es buena o mala. Si sé que tus cosas siempre me hacen pensar más de lo que en principio creo que voy a pensar,lo cual siempre me parece muy bueno. Me ha conmocionado la última frase de esta entrada del hombre de Bogotá. Besos. El Loren.

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