viernes, 6 de julio de 2012

África


Dice Kapuscinski que cerca del Nilo Azul hay un árbol, un mango de hojas verdes, bajo el que todo ocurre. Si hay un maestro en la aldea, el espacio bajo el árbol es la escuela. Por el día todos, niños y adultos, se protegen allí del calor. Y por la tarde ocurre lo más importante: se reúnen los mayores para hablar. Allí se discute todo, se reparte justicia, se solucionan desencuentros, todo, hasta que la noche llega. No se puede debatir a oscuras porque hay que mirar al rostro del hablante.
Ese es el momento en el que se acercan todos al cobijo del árbol. Hacen fuego y, si hay agua y menta, preparan té y empieza el momento más agradable: se relatan los acontecimientos del día, cuentan historias donde se mezcla lo real y lo imaginario. Es entonces cuando la comunidad se plantea quién es y de dónde viene. Define su identidad hablando de su historia y comunicándose con sus antepasados.
Llueve poco, pero si el rayo cayera y destruyera el árbol, el único árbol, también morirían las personas que han vivido a su sombra.
Dice  Kapuscinski que, paralelamente a la sombra, el segundo valor más importante es el agua: "La sombra y el agua, dos cosas volátiles e inseguras, que aparecen para luego desaparecer no se sabe por dónde".
 Algo así como la vida, supongo. Me voy a África.
                                                                                                                         G

3 comentarios:

  1. Echo de menos ese árbol, y nunca lo he tenido. Se puede echar de menos lo que nunca has tenido

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  2. Muy feliz viaje.
    Voy buscando un árbol por aquí para cuando vengas.
    Besos y abrazos,
    Sara

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  3. Querida Gloria: Un viaje a Tanzania, a los orígenes de todo, justo cuando tenemos un soplo de apocalipsis en los ojos que no nos deja ver el bosque. Vuelve con los bolsillos cargados de sombras refrecantes del Africa de nuestros principios.¡Vuela!
    Un abrazo,
    Cristina Ramírez

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