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Paul Hill |
No tienes que ser bueno.
No tienes que caminar de rodillas
cien kilómetros por el desierto, arrepintiéndote.
Solamente tienes que dejar que el animal blando que es tu cuerpo
ame lo que ama.
Cuéntame de tu desesperanza, y yo te cuento la mía.
Mientras tanto el mundo sigue.
Mientras tanto el sol y las piedritas claras de la lluvia
se mueven por los paisajes,
sobre los prados y los árboles frondosos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, arriba, en el aire limpio y azul, los gansos salvajes
vuelven a casa una vez más.
Seas quien seas, no importa qué tan solo estés,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como los gansos salvajes, ensordecedor y fascinante
anunciándote una y otra vez tu lugar
en la familia de las cosas.
Mary Oliver