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Para elaborar el color azul, recorta un pedazo
de este cielo de agosto y sumérgelo unos minutos
en un vaso de agus de mar: ganará en transparencia.
Naranjas, rojos y violetas te los regalarán el amanecer
y el ocaso si sabes cómo sonreirles.
Si necesitas del verde
no pidas nada a los árboles,
pero arranca el manojo de hierbas
sobre el que tu pelo haya estado acostado antes.
Y el dorado, el dorado recógelo cuidadosamente,
de tan frágil, de las esquirlas de este instante.
Martín López-Vega
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