domingo, 20 de noviembre de 2011
¿Qué...
Cuando era niño Dios era muy grande
su inmensidad azul me consumía
pensarle no dejaba respirar
y yo lo imaginaba como cámara
oculta que observaba mis acciones
sobre todo los ritos de la noche
que no debo contar y que sabéis
le dediqué la infancia y mis poemas
primeros pero nunca dio las gracias
unos años después me hice mayor
y mientras Dios se me quedó pequeño
se me enredaba dentro del bolsillo
me lo dejaba atrás en los cajones
en la mesita en el aparador
perdido sobre barras en los bares
diseminado en bolsos de las chicas
en la canasta de la ropa sucia
era pequeño y yo no lo encontraba
le pregunté a mi madre tú lo has visto?
y me decía lo cierto es que no
lo busco desde que murió tu padre
a veces lo veía por el barrio
rodando y solo creo que buscándome
y lo envolvía y lo traía a casa
en otras me escondía cabizbajo
hoy está aquí delante de las teclas
es tan pequeño que me cuesta verlo
quizá lo trague para no perderlo
o quizá no
mueve los labios creo que me habla
pero es tan breve que su voz minúscula
se pierde en el espacio entre los dos
se desgañita pero no le escucho
qué se siente le digo qué se siente?
Vicente Luis Mora
Lejos...
domingo, 13 de noviembre de 2011
Amare tanto
¡Tanto amare, tanto amare,
habib, tanto amare!
Enfermaron olios nidios
e dolen tan male.
¡Tanto amar, tanto amar,
amigo, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
y duelen tanto.
Anónimo, Siglo X
lasombradelmembrillo.com
Pues la vida entera es un tejido
Tomás Segovia por Cristobal Manuel |
Eso decía, que la vida es un tejido y de ese tejido, en ese contexto, se hacían sus poemas y ahí había que interpretarlos. Una poesía en "contacto con la impura vida de los impuros mortales".
Y era todo de amor mi parloteo
El amor luminoso y sin batallas
No dice su felicidad
La usa.
Los sábados en el Comercial, su sonrisa y esa humildad tan suya que le hacía ruborizarse si alguna universidad lo reconocía. Y su ironía tan cabal. Y su humor. "A este paso me voy a convertir en Vargas Llosa".
Formamos parte una vez de un jurado, y muchas veces hablamos de la posibilidad de que me diera clases, que me enseñara a escribir poesía. "¿Pero cómo voy yo a decir cómo se escribe un poema?"
Tomás Segovia se murió el otro día. Qué interesante foto, esta. Al fondo, las herramientas.
Aquí, otro poema y mi afecto y mi agradecimiento por tantos ratos entrañables, y esa penilla por lo que se va.
Lo que tengo
Siempre me canso de contar
Antes de contemplar el inventario
De todo lo que tengo
Tantos amaneceres y crepúsculos
Y altas noches calladas
Tantos árboles por todo el mundo
Casi todos los pájaros
Tantas delicias para el tacto y para el ojo
Y el oído hasta donde todavía me llega
Para el olfato y el taimado gusto
Y tantas horas para estar despierto
Y otras para soñar dormido
Y tantos días con sus noches
Como el fiel renovarse de las olas
Todo eso tengo y además
La mujer que me tiene.
Tomás Segovia
martes, 1 de noviembre de 2011
Huérfanos de la eternidad
Una noche caminábamos tú y yo juntos.
La luna era tan brillante
que podíamos ver la senda entre los árboles.
Luego las nubes la escondieron
y tuvimos que tantear el camino
hasta que sentimos la arena bajo los pies
desnudos
y escuchamos el rumor de las olas.
¿Recuerdas que me dijiste:
"Todo, fuera de este momento, es mentira"?
Nos desnudamos en la oscuridad
al borde del agua
cuando arranqué el reloj de mi muñeca
y sin ser visto ni decir
nada, lo arrojé al mar.
Charles Simic (traducido por Martín López Vega)
El niño perdido
Y el viejo caballo agachó la cabeza y azotó los adoquines con sus cascos.
"Bien", dijo el picapedrero una vez más, "y, ahora, pórtate bien". Regresó sobre sus propios largos pasos, en dirección a la tienda, al taller.
El chico perdido se quedó en la plaza, cerca del porche de la tienda de su padre.
"Este es el Tiempo", pensó Grover, "este es Grover, este es el tiempo..."
Un camión giró para entrar en la plaza. En el anuncio que había en la parte postrior del camión se leía "Saint Louis" y "Excursión" y "Exposición Universal".
Y la luz se fue y vino de nuevo a la plaza, y Grover se quedó allí pensando tranquilamente: "Aquí está la plaza y aquí está Grover, aquí está la tienda de mi padre y aquí estoy yo".
Leed este libro. Un poema sobre el tiempo y el recuerdo. Y si no conocéis a este autor, Thomas Wolfe, será la oportunidad de hacerlo. Nace con el siglo XX y muere muy pronto. Pero le da tiempo a escribir obras inmensas como El ángel que nos mira y esta que acaba de publicar Periférica, con traducción de Juan Sebastián Cárdenas, El niño perdido. Todos estos escritores norteamericanos que tanto admiramos hoy bebieron de esta fuente.
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