A Eva le dio una depresión muy mala y con los pies como los tenía de recorrer los alrededores del paraíso ayudando a su hijo con el ganado. Y, para colmo, Caín empezó con lo de las voces.
Gloria - Termodinámica
A Eva le dio una depresión muy mala y con los pies como los tenía de recorrer los alrededores del paraíso ayudando a su hijo con el ganado. Y, para colmo, Caín empezó con lo de las voces.
José Alejandro Vargas |
-Que dice mi madre que voy a tener que matar a mi hermano con una quijada de burro.Gloria - Termodinámica
Adán come pan y suda.
-¿Que tu causa, origen y raíz te exhorta a apiolar a tu colácteo con el arco alveolar de un necio?
-Joder, padre...
Una mosca. Eso era. Toda una mosca. Ágil, esplendorosa, con la cabeza llena de ojos y unas alas irisidas, como gotas de gasolina en el agua.
De sus padres nada sabía. Pero para qué los necesitaba. Las infancias prolongadas, la protección maternal, el calor del hogar eran necesidades de las especies inferiores. Ella pensaba que la superioridad de su especie se basaba en la libertad. Y que la libertad era vivir sin miedo, en un mundo lleno de cadáveres, extensiones sin límite y los inmensos toboganes de las corrientes de aire; vivir sin tener que cumplir expectativas ajenas. La libertad es saber que tu muerte no va a causar ni una sola lágrima. Sí, eso pensaba la mosca.
Antes o después tendría que decírselo. Y con su marido no podía contar. Ella era ya incapaz de entenderle. Anda que ser cuatro y no entenderse.
Por fin se decidió.
Una tarde, cuando Caín regresaba a casa después de recoger el ganado, se encontró con un suculento plato de lentejas.
-¿Qué celebramos, mamá?
-Nada, hijo, come.
-Están buenísimas. Oye, ¿pero a ti quién te ha enseñado a cocinar?
-Pues no lo sé. Supongo que es cosa de la manzana. Lo que es parir lo hago con dolor, pero hay que reconocer que, en lo de la sabiduría, la culebra tenía toda la razón, aunque no comprenda del todo lo que sé. Por cierto, Caín, tengo que decirte algo.
-Dale.
-Verás, es que parece ser que tienes que matar a tu hermano.
-¿Yo? ¿Pero por qué?
-Pues por no sé qué orden del mundo...
-¡Joder, mamá!
Helena Almeida |
Pues sí, Eva sueña con lucir su pelo y tener sartenes y bolígrafos y vivir su cuerpo y decidir en él. No tiene ni idea de que en el siglo XXI (el tiempo, un concepto que no acaba de comprender), en un país que se cree civilizado, habrá políticos votados y pagados por el pueblo que dirán cosas así: "Las leyes son como las mujeres, están para violarlas".
Pobriña.Gloria
Después de lo que le ha dicho la culebra, Eva aprovecha cualquier momento para soñar con el futuro. Se toca el pelo e imagina lo que será la crema suavizante. Qué pena, se dice, no haber nacido después, por lo menos en la edad del hierro, para tener sartenes y cocinas económicas, para formar parte de una humanidad refinada que no esté todo el día de acá para allá con las ovejas, para vivir en casas soleadas y con calefacción. Eva se dice esas cosas mientras se rasca los sabañones. Y los sueños alimentan su fuerza. Se rasca los sabañones y no se le va de la cabeza ese tiempo en el que ser mujer será ya otra cosa.