Después de lo que le ha dicho la culebra, Eva aprovecha cualquier momento para soñar con el futuro. Se toca el pelo e imagina lo que será la crema suavizante. Qué pena, se dice, no haber nacido después, por lo menos en la edad del hierro, para tener sartenes y cocinas económicas, para formar parte de una humanidad refinada que no esté todo el día de acá para allá con las ovejas, para vivir en casas soleadas y con calefacción. Eva se dice esas cosas mientras se rasca los sabañones. Y los sueños alimentan su fuerza. Se rasca los sabañones y no se le va de la cabeza ese tiempo en el que ser mujer será ya otra cosa.
Gloria - Termodinámica
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