Rommel |
Se sabe que el amor supone su propia curvatura. Un ardor que no llega a ser tiempo antes de convertirse en ráfaga o en látigo o en desierto. Hay quien diga que jamás habrá derrota porque a lo sumo habrá que escabullirse hacia otro cuerpo. Sin embargo, se sabe que el amor es huésped de una lluvia por venir y de una caricia que tendrá por ritmo el universo precedente. Lo que no se sabe nunca, lo que nunca se sabrá, es por qué el amor sí, por qué el amor no.
Carlos Skliar
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