El ángel se ha despeñado. Le falló el pié y cayó desde el tejado al barrizal que rodea la choza. Ni tiempo le ha dado a batir las alas.
José sale corriendo al oír el estruendo y regresa con los ojos llenos de tristeza.
-Lo que nos faltaba, María. También se nos jodió el ángel.
Cuando llegan los pastores, encuentran un amasijo de plumas y barro.
-Dios santo, es más grande que aquel tan viejo de alas enormes que un día apareció en Macondo -dice uno.
-Es que la realidad, amigo pastor, siempre supera a la ficción.
-Mira a ver si este tiene dientes. Si es de tejido celestial no sería raro que fueran de oro. Venga, mira.
Dentro, María llora porque la aureola que rodea la cabecita de Jesús parece que también se ha fundido.
-Es que hay años muy perros, mi niña -le dice José-. Anda, no llores y ponte bien el manto, no vayan a venir los Reyes.
Pero el trece llegará a pesar de asteroides y maleficios. Así que felicidades y besos y deseos de cosas buenas para todos.
Abrigaos bien y, si sabéis canciones, cantad.
Gloria
¡Vaya por Dios! ¡!Qué belén!
ResponderEliminarMuchos besos y felicidad y canciones.
Sara