En el orden del miniaturismo animal brilla por su pequeñez la llamada ballena de los Sargazos. Su color tiene la claridad, la inquietante luminiscencia de la olivina, y su fumarola la transforma a ojos de un raro observador en un nenúfar gaseoso. La leyenda le ha fabricado un origen mítico, y dice que en el primer día fue una muchacha alada, casi un ángel que huyendo de un arquero rijoso ocultó su gracia en el laberinto de lo vegetal oceánico; y así también, que su tamaño es solo una defensa, una fuga ante un enamorado tenaz. Y añade que las sirenas, celosas de su hermosura, obligaron a los dioses a que las convirtieran en un vulgar mamífero. Mas aun así, los navegantes que le han dado caza celebran su poder amatorio y cantan la belleza única de sus pechos de niña.
Esto dice al menos Rafael Pérez Estrada en su Cosmología Esencial.
Hoy es domingo y hay nubes, pero los almendros del Retiro han brotado como si no les pesaran los recuerdos.
Y, más arriba de las nubes, está el cielo azul.
Y más arriba una lunita está creciendo para nosotros.
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